Ribera
19/07/2010
Sotillo de la Ribera
Vincent Arroyo, propietario de una elaboradora en el californiano valle de Napa, viaja hasta Sotillo de la Ribera para conocer a la familia homónima y colega de Bodegas Ismael Arroyo
Los Arroyo de ambos lados del Atlántico inmortalizaron su encuentro ante la fachada de la bodega sotillana.
FOTO: diariodeburgos.es
N.L.V. / SOTILLO DE LA RIBERA
Que la vida está llena de coincidencias es un argumento que todo el mundo ha empleado alguna vez. Pero hacerlo tras vivir el encuentro que este fin de semana ha tenido lugar en Sotillo de la Ribera es hacerlo con pleno conocimiento de causa. Y es que hasta esta localidad ribereña se ha trasladado Vincent Arroyo, propietario de una bodega en Calistoga, una de las regiones que integran el californiano valle de Napa, para conocer a la familia con la que comparte apellido y profesión en pleno corazón de la Ribera del Duero, los responsables de Bodegas Ismael Arroyo.
Fue hace años ya cuando este estadounidense, cuyo padre se trasladó en la segunda década del siglo XX desde Salamanca a Hawai antes de recalar en California, tuvo conocimiento a través de revistas especializadas en el mundo del vino, como Wine Spectator, de la existencia de una estirpe en Burgos con la que coincidía en algo más que el apellido. Un buen día, a su yerno, que le acompaña junto a su hija en este viaje, se le ocurrió visitar in situ lo que ya habían conocido de forma indirecta.
Dicho y hecho, coincidiendo con el 70 cumpleaños del patriarca, emprendieron rumbo a España y a Sotillo de la Ribera donde este fin de semana han podido estrechar la mano de los Arroyo burgaleses y sentar las bases de lo que, parafraseando la mítica película Casablanca, podría convertirse en el inicio de una bonita amistad. «A partir de ahora les vamos a considerar como parientes», señala feliz el bodeguero estadounidense, quien remarca sus palabras pronunciando en castellano la palabra «primos».
Las coincidencias incluso se han acrecentado tras este contacto personal. La visita a la elaboradora sotillana, en una de cuyas paredes luce un diploma concedido hace una centuria al padre de Ismael Arroyo, ha permitido conocer que éste y el abuelo de Vincent Arroyo no solo coincidían en el apellido, sino también en el nombre. Por cierto, nada corriente. Los dos se llamaban Elpidio Arroyo.
CONOCER LA COMARCA. Su viaje por la comarca también les ha permitido profundizar algo más sobre la Ribera del Duero, una zona vitivinícola de la que aseguran que, al igual que Rioja, es de sobra conocida en EEUU. Sin embargo, no han dejado de sorprenderles algunos aspectos, como la, a su juicio, poca superficie de viñedo que han encontrado. Algo que entendieron con una sencilla explicación, al llegar a Sotillo desde Burgos, es el primer pueblo de la zona amparada por este marchamo de calidad que encuentran. «Ya les hemos explicado que según se desplacen hacia el Sur, el Este o el Oeste, verán muchas más viñas», indica Aurora Lázaro.
Los métodos de cultivo del viñedo y de elaboración del vino que predominan en la zona también salpicaron la conversación. Aunque en lo esencial se vuelve a coincidir, sí que hay aspectos que marcan algunas diferencias. «Tenemos más libertad, menos reglas que en la Ribera del Duero. Pero también tenemos más impuestos», señala Vincent Arroyo, en cuya bodega elabora 16 caldos de otras tantas variedades de uva diferentes, entre los que predominan los tintos, pero donde hay hueco también para un blanco Chardonnay.
Pero estos datos y más casualidades, tendrán que ser objeto de futuros encuentros ya que los Arroyo del Pacífico ya han continuado viaje hacia el Norte de España. No sin antes arrancar el compromiso a sus homónimos burgaleses de que mantendrán el contacto. Algo que podría suceder con una próxima expedición a Napa desde la Ribera del Duero.
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