domingo, 26 de septiembre de 2021

Necrológicas

 

Hoy te fuiste y el dolor de tu pérdida es tan intenso, papa. Cuando tan solo hace una semana supimos que te ibas, deseamos en silencio poder regalarte tan solo más tiempo que poder compartir. Pero el tiempo no se puede comprar, ni elegir. Simplemente llega y se va, igual que cada amanecer y cada atardecer de la vida. 

Quizá alguien velo por ti, sabiendo de tu grandeza, y te evitó el dolor de los síntomas, los tratamientos, las visitas médicas, cuando el cáncer ya invadía todo tu cuerpo. Y te regalo estos últimos dos meses, donde tu querías estar, en tu pueblo, con tu gente. Compartimos los días, las risas, los paseos y las tardes de café. Esas tardes algunas de calor y otras de frío, porque tú no te ibas a casa hasta haber tomado tus cuatro cafecitos, y allí tuvimos el inmenso placer de estar cada día de este último verano. 
Los que no te conocían quizá solo veían un hombre en silla de ruedas, pero quien te conocía sabe que la dignidad es inherente a cada ser humano. La poseen solo los hombres leales, nobles, generosos y los grandes como tú papa. Quizá pensaban que necesitabas que te cuidáramos. Pero lo que no saben papa, es que quien nos cuidaste hasta el final fuiste tú a nosotras, como siempre lo has hecho. Porque a pesar de la enfermedad, del dolor, jamás mostraste ni un solo signo de debilidad. Desconocemos de tu sufrimiento al saber que te ibas, porque no nos lo mostraste en ningún momento, ni desesperanza ni desilusión, ni dolor. Compartiste hasta el último día las bromas y las sonrisas. No olvidaremos esos últimos cafés, en tu cama, cuando ya la debilidad de tu cuerpo te impedía levantarte, las risas comiendo helado sentadas sobre la cama contigo como cuando éramos niñas. Nos cuidaste, mostrándonos de nuevo tu amor incondicional e infinito. Y en vez de quejarte, regalaste tu sonrisa y tus abrazos a todos los que fueron a despedirse, tus hermanos y hermanas. Y a tu compañera de vida, a tus hijas y a tus nietos nos diste los más hermosos. Alzaste los brazos para amarnos hasta que no te quedaron fuerzas, y cuando así fue, sabemos con seguridad que siguen y seguirán arropándonos siempre. Así lo sentimos. 
Nos lo has enseñado todo, como se debe vivir y como se debe uno ir hacia un nuevo amanecer. Enseñándonos como ser, hasta tu último suspiro. Aun con todos los obstáculos del camino. Que fácil fue quererte papa. Para siempre en nuestro corazón vivirá un gran pedazo de ti. 

viernes, 17 de septiembre de 2021

CAMINOS DE VUELTA


 CAMINOS DE VUELTA


Las campanadas del reloj de la torre de siempre marcaron los tiempos de volver a casa. Sucede que, a veces, las sendas se oscurecen y crecen demasiadas zarzas y demasiado deprisa, o es que se apodera de la voluntad respuestas mal detalladas. Vete a saber el motivo final. Pero lo realmente importante es la vuelta a casa, a donde te están esperando. Se está bien dentro de casa.

 

Y lo primero que se le ocurrió fue echar la mirada a un texto sencillo y limpio que vale muy bien para este mes de septiembre. Este es, y así fue el

 

PRIMER DOMINGO DE SEPTIEMBRE

 

Al mediodía, cuando estaban ya apagados los ecos de todos los silencios acumulados día a día a lo largo y ancho de un año para el olvido, comenzaron a sonar tímidamente las campanas. No sabíamos bien qué anunciaban, pues estábamos en la cuenta de que no iban sonar por muy señalado que fuera el día. Y, a fe, que este lo era.

 

Empezó a sonar el campanillo con voz infantil, pero bien timbrada. Siguió después la campana intermedia, la de las celebraciones de mediana relevancia. Sumose luego la segunda campana grande y, por fin, oímos la voz grave, profunda y solemne de la campana principal, la que llenaba el campo de ecos que se escuchaban en los últimos confines del pueblo, y aún más lejos. El conjunto sonoro llenaba las bóvedas del pueblo en una sinfonía de toques de todos los colores. En un punto de máxima euforia vimos cómo la campana mayor se ponía a girar sobre su eje en un volteo mágico que ni los más viejos podían recordar.

 

De pronto sentimos cómo el cielo se rasgaba en unos truenos controlados que formaban pequeñas volutas de humo blanco perfumado que nosotros supimos que eran cohetes bien dirigidos que sólo intentaban poner una nota de distinción en el ambiente amargo de la celebración.

 

Unos instantes después sonaban las canciones mil veces repetidas desde siglos por coros de dulzainas y percusiones certeras de los tamboriles de la historia.

 

Era la hora ya. Todo aguardábamos impacientes y con las lágrimas dispuestas verla salir por la puerta grande de los sueños más profundos como dueña indiscutible de la mañana y de los corazones, pero pasaban los minutos y sólo veíamos el claroscuro del espacio atónito festoneado por los listones de piedra que remarcaban con absoluta claridad los espacios vivos del silencio.

 

Así que entramos a su casa (que también era la nuestra) para conocer el motivo de la tardanza y entonces la vimos. Estaba preciosa y reluciendo de belleza, bañada de luz y de flores amarillas. Estaba sola, tal vez esperando nuestra visita tardía que ya ni recordábamos cuándo fue la última vez que fuimos a verla. Quizá fuera el año pasado, o en alguna tarde de otoño que acaso nos asomamos a verla por el ventanuco azul de la distancia.

 

En un diálogo sin palabras nos dimos cuenta de la verdad. Era la peste, la maldita peste, que nos tenía presos y sólo nos quedaba el agarradero incierto de la esperanza para ver si el año que viene podemos dar el paseo más maravilloso y festivo del año. Pero este, no.

 

En una apretada oración (que no pasó de ser una mirada cariñosa, pero recíproca) le dijimos sin palabras, aunque ella ya lo sabe, todo lo que teníamos atascado en el corazón: todas las pesadumbres, todas las dudas, toda la arena oxidada que retrasa demasiado la maquinaria de los afectos, los muchos días en que hay demasiado azul oscuro en la paleta de los paisajes. Adiós, madre, no te olvides.

 

Cuando salimos a la calle habían dejado de sonar las campanas, los petardos y las dulzainas de una fiesta que sólo había existido en alguno de los pliegues de la nostalgia. Tuvimos que aceptar, con mala resignación, que el día sólo era un domingo más. Vale.


 

Foto, Inés García.

Texto, Santiago Izquierdo Abad. Todos los derechos reservados.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Necrológicas

 

El funeral será mañana 14  en la Iglesia Parroquial de Sotillo a las 17h
Hoy estará en el tanatorio San José de Burgos.

NUEVA PEANA PARA LA TALLA DE LA VIRGEN DE LOS PRADOS

 

Hace unas semanas comentábamos que una persona particular había pagado la restauración de la talla de la Virgen de los Prados. (Véase en El Sotiblog la noticia “Restauración de la talla de la Virgen de los Prados”).

En esta ocasión os informamos de que la Cofradía de la Virgen de los Prados encargó hace unos meses una nueva peana para colocar dicha imagen. La peana ha sido realizada por la misma profesional que llevó a cabo la restauración de la talla, y ha sido financiada íntegramente por dicha cofradía.

La peana ha quedado muy bonita y con un estilo acorde al de la talla restaurada y al del altar en que se encuentra.  Os adjuntamos unas fotos para ilustrar la noticia.

 

Por otro lado, comentaros que también se ha arreglado la parte del suelo de la ermita que está debajo del coro, y se han puesto dos ventanas nuevas.

Además, se pintó la carroza de la Virgen, aprovechando las clases de manualidades a las que acudían algunas sotillanas, y se rectificó la manera de conducirla.

Todas estas labores han sido realizadas por la Cofradía de la Virgen de los Prados, gracias al dinero que se recauda con las cuotas anuales.

 

Durante muchos años fue Pilar, la mujer de Vidal, la que se encargó de preparar la Virgen para las fiestas, y mantener el cuidado de la ermita.

Desde hace varios años, una nueva generación ha tomado el relevo, y Yolanda e Inés tratan de mejorar la ermita y su Virgen con diversas actuaciones de mejora.

Desde El Sotiblog agradecemos esta labor desinteresada a estas personas, que de esta manera ayudan a que se mantenga viva esta tradición heredada de nuestros mayores.





lunes, 6 de septiembre de 2021

Puerta a la felicidad

 Pasen dentro, desde allí podrá disfrutar de unas vistas espectaculares del pueblo y degustar almuerzos con porrón de vino de cosecha propia. 

Un ejemplo claro de merendero abierto