miércoles, 28 de octubre de 2015

De ruta por tierras de Juarros

¡Qué bien transcurrió la jornada de senderismo! Entre los senderistas de La Horra y los de Sotillo (más alguno de Roa) nos juntamos 35 personas, (que era el mínimo exigido por Diputación) para hacer la ruta por la zona minera de la comarca de Juarros.

Antes de comenzar a andar, nos tomamos un café en un hotel de las afueras de Burgos, donde pusimos el cuerpo a punto. Un rato más tarde estábamos en San Adrián de Juarros, un pequeño pueblo donde nos esperaba Pablo, el guía que siempre nos acompaña en estas rutas. ¡Y a andar se ha dicho!


Hicimos varias paradas en las minas que aparecían en el recorrido, y Pablo con sus atentas explicaciones sobre el entorno, el paisaje y la historia de estas minas de carbón, nos hizo muy amena la ruta. Además leíamos los paneles explicativos que a lo largo del recorrido nos aportaban información sobre esta labor minera que comenzó a mediados del s. XIX y finalizó hacia 1970.


 
A mitad del recorrido, como de costumbre, hicimos un alto en el camino, mejor dicho en una pradera y contemplando las vacas, para comernos el bocata entre risas, comentarios y bromas.


Era la fiebre del carbón, y ello hizo que de esta comarca se extrajeran miles de toneladas mensuales, de forma rudimentaria, y con unos sueldos y unas condiciones de trabajo miserables.





Entre 1895 y 1900 la compañía inglesa "The SierraCompany" construye un ferrocarril de 55 kms., hasta Monterrubio de la Demanda, para exportar el producto de las 75 minas de hierro y 181 minas de carbón de la Sierra de la Demanda hacia los altos hornos de Bilbao. Su actividad fue breve, pues no resultaba rentable y pocos años más tarde dejó de funcionar. Se sobredimensionó su capacidad, como ahora muchos aeropuertos, nos comentó el guía.



Acabada la ruta, nos fuimos a comer a Arlanzón, y en su Granja-Escuela comimos un buen menú para reponer fuerzas. En los alrededores había un molino y muchos animales, y que sirven durante la semana para enseñar el mundo y los trabajos rurales a los niños de las ciudades. No faltaban los burritos, ya que en esta comarca hay una asociación para su conservación y protección.


 Por la tarde visitamos en las cercanías, el monasterio de san Juan de Ortega, enclavado en pleno Camino de Santiago, muy conocido para los que han hecho alguna vez la ruta jacobea, y desconocida para el resto. En la capilla de san Nicolás vimos el bellísimo sepulcro románico, con el Pantócrator y los 12 apóstoles, y muchas otras figuras labradas con detalle y maestría. Y en la iglesia de san Juan de Ortega contemplamos su bella cabecera románica, y el impresionante mausoleo de san Juan de Ortega, con un baldaquino gótico realizado con pulcritud y mimo por Juan de Colonia y que finalizó Gil de Siloé.   



Y desde este bello paraje junto a los Montes de Oca, regresamos a casa, con las piernas cansadas, las pilas cargadas, y el ánimo ferviente de apuntarnos a una nueva ruta en la próxima primavera.




Efrén ARROYO ESGUEVA