domingo, 22 de julio de 2018

Nacidos en 1958



COMIDA DE LOS SESENTAÑEROS (1958-2018)
1958 fue un año prolífico en Sotillo. Era la época del baby-boom, y aquel año nacimos 36 niños en Sotillo -incluyendo los nacidos en la pedanía, Pinillos de Esgueva-. Han pasado 60 años, y 40 desde que fuimos quintos. No queda más remedio que aceptar el dicho popular: ¡Qué rápido pasa el tiempo!
Y llegó el sábado 14 de julio. Los preparativos habían sido intensos. El resultado esperábamos que, al menos fuera satisfactorio, si no surgía ningún imprevisto importante. Y nuestras esperanzas se cumplieron: pasamos un día extraordinario.
A eso de la una del mediodía nos juntamos en el salón del ayuntamiento, y tras las amables presentaciones y saludos, -pues había algunos que hacía más de cuarenta años que no nos veíamos-, acompañados delas melodías de los dulzaineros, comenzamos con el tradicional pasacalles por el pueblo para animar los corazones de protagonistas y espectadores. Lo revivimos como se hacía antaño, por la Calle Alta, la Plaza de Abajo, y la Calle Real. Luego comenzamos a refrescar el soleado y cálido día en los cuatro bares de nuestra localidad, donde aparte de beber y charlar, algunos bailaban los sones de las dulzainas, el tambor y el bombo.


La comida fue pantagruélica: unos entremeses frescos para bajar la temperatura, y carne y pescado en abundancia, pastelillos de las monjas de La Aguilera, y bebidas diversas para pasar varias horas de sobremesa. Y la sobremesa fue larga y entretenida, cantando numerosas canciones de un cancionero específico que se hizo para la ocasión, que los dulzaineros acompañaban con sus sones, y que nuestras voces desafinadas intentaban corear.
Como forma de cerrar la jornada, al terminar la tarde, volvimos a la mesa a cenar las viandas que habían sobrado, y otras más que nos prepararon en la panadería. Y siguiendo al refrán, de la panza surgió la danza, y estuvimos varias horas moviendo el esqueleto, hasta que consideramos que era una hora prudencial para no seguir molestando a los vecinos.
Lo pasamos estupendamente. Había surgido ese espíritu de juventud y camaradería, y nos pareció revivir un día distinto, que nos retraía a esas sensaciones que se vivencian cuando se es quinto.


Efrén ARROYO ESGUEVA

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