Buenos días, virgencilla morena y pequeña. Buenos días en esta mañana de tu fiesta en que te vengo a ver antes de que salgas a pasear hasta tu preciosa ermita de la pradera.
Saldrás vestida de blanco y de flores, de sonrisa y dulzura, y a la mínima canción que el viento te bese al oído iniciará el vuelo tu velo como si fuera una paloma blanca niña, como un guiño de luz, como una caricia sin fronteras. Saldrás recortando la penumbra de los atrios y quedará tu rostro bellísimo enmarcado en las delicadas molduras de piedra. Saldrás entre la expectación de las miradas conmovidas, entre algunos apuntes de las lágrimas, entre el clamor de las campanas, entre el estruendo de los cohetes y el ánimo de los vivas. Sonreirás complacida al comprobar la inmensa comitiva que inundará la carretera como una marea increíble formando, sin duda, el paseo más hermoso del año en el que se dan cita todos los elementos para la configurar la magia: los saludos y los besos; las observaciones del paisaje; el sol de las postrimerías del verano; la consolidación de lo viñedos; el color maduro de los rastrojos; la vieja música de dulzaina, caja y castañuelas que nunca se nos olvidó; los vestidos de época; los ramos de flores; las oraciones silenciosas agradeciendo alguna gracia o implorando nuevos auxilios. Y no advertirás los pasos cambiados de los danzantes inexpertos. Sólo te fijarás con agrado en los corazones que te dicen con el baile, con la música y con los vivas encendidos que sí, que de acuerdo, que llegaremos juntos a la ermita con todo el sudor de los hombres que sufren. Los que te danzan cada año, porque eres su virgen, porque te bailaron sus padres, aunque quizá no te vengan a ver hasta el año que viene porque la vida les ha ido llevando por otras procesiones quizá no tan festivas. Y a su lado verás con una mirada cómplice a los danzantes de siempre que este año no te van a danzar porque las fuerzas se les escapan por las carreteras del tiempo. La jota colectiva en el mismo centro del redondel pondrá fin a la procesión. Y a continuación se oficiarán los cultos. Los del interior de la ermita y los de la cara norte, los del tendido de sombra. Y presidirás las mesas del pan y del vino, la liturgia eucarística y la de los almuerzos y hermandades donde se funden y se configuran las entrañas de los pueblos. Te emocionará, seguro, el último canto de un jota desgarrada y nacida en las profundidades de la afonía, y más aún cuando escuches ...”que lo que ella quería es que yo no la olvidara....” Y volverás de nuevo a quedarte sola en esta vieja pradera, en la avanzadilla norte del pueblo, en el septentrión de los vientos, esperando ilusionada las visitas de las tardes de domingo para compartir con quien venga a visitarte un trozo de sol, unos minutos de luz. Te quedarás sola en tu ermita pero reina de los corazones, porque aunque no sea más que por la mínima fracción de un suspiro hoy te abrirán la puerta del corazón por muy endurecido que se encuentre, por muy fuerte que les haya golpeado las aristas del mundo. Me voy. En unos minutos comenzará la procesión. Yo la veré este año asomado a otra ventana de septiembre. ¡Adiós!
Texto y fotos: SANTIAGO IZQUIERDO
me gustaria saber como puedo mandar un artículo que pudiera ser publicado en el soticiero, es algo que le ha pasado a un socio de "el soto" gracias
ResponderEliminarLo tienes en explicado en la columna de la derecha, enviándolo a:
ResponderEliminara.c.el.soto@gmail.com