«En el HUBU me han tratado como una reina»
La ribereña Carmela García relata cómo ha superado el coronavirus con 73 años
07/04/20
Tras catorce días ingresada en el hospital Universitario de Burgos, de los cuales siete precisó cuidados en la UCI, Carmela García Arroyo (Berta para la familia) ha regresado a casa, bastante más delgada pero sana y salva. «Han sido días duros pero solo tengo palabras de agradecimiento. En el HUBU me han tratado como a una reina», destaca en alusión a los médicos, los doctores Camilo, Miguel y Arturo. Aunque no se sabe todos los nombres, nunca olvidará los ojos y los cuidados que en este tiempo le han dado enfermeras, auxiliares, celadores y limpiadoras. «Han sido todos maravillosos».
Con 73 años y sin patologías previas más allá de los achaques típicos de la edad, Carmela empezó a tomarse la temperatura a diario tras haber viajado a Madrid, donde ya comenzaban a darse los primeros casos. Convencida de que a los pueblos esos virus no llegaban, el sábado, 7 de marzo, fue a Moradillo a participar en la iniciativa ‘Te enseño mi pueblo’. Por la tarde, fue al cumpleaños de una sobrina cuya madre vivía en Bilbao, otro foco, y ya remató la jornada tomando un café con Yoli, una amiga que también terminó en la UCI (le dieron de alta ayer). «Estaba claro que lo tenía que pillar si o si», bromea consciente de que en su caso le ha salvado, estar sana, no fumar y no tener sobrepeso. «Como mi madre tengo genes buenos», afirma.
Con 38,5ºC de temperatura llegaron los primeros síntomas: flemas muy fuertes e insuficiencia respiratoria. «Sentía que me faltaba el aire», relata. Conectar con el sistema sanitario no fue fácil. «Estuve tres días llamando al teléfono que nos habían dado pero fue imposible. Al final mi hermana me aconsejó que llamara a Roa y al primer toque, ahí estaban. Vinieron a verme, me auscultaron y me llevaron en ambulancia al Santos Reyes de Aranda de Duero».
Allí estuvo poco. «Según me hicieron una placa me mandaron a la UCI de Burgos y ahí estuve siete días antes de subir a planta».
Allí estuvo poco. «Según me hicieron una placa me mandaron a la UCI de Burgos y ahí estuve siete días antes de subir a planta».
Como no dio bien el teléfono de un familiar, estuvo incomunicada cuatro días. «Menudo susto tenían todos. Menos mal que al cuarto día mejoré un poco y pude recuperar el móvil y el cargador», relata.
Ella lo tiene claro: su predisposición y su actitud positiva le han ayudado mucho en este trance. «A pesar de todas las perrerías que me hacían, sobre todo con las extracciones arteriales que duelen un montón, me sentí acompañada. ¡Hasta hacíamos bromas! Un día me dijo el médico que si no prosperaba me tenía que intubar. Yo le miré y le dije: he decidido que no me intube porque no me voy a morir, voy a salir de esta».
Superado el susto, esta vecina de Sotillo es cuidada desde la distancia por todos los que la quieren, que son muchos. «Salí muy floja porque en seis días no comí nada pero ya estoy mejor», explica con la mirada puesta en hoy, un día muy especial. «Mi madre Adela cumple 97 años y aunque no podremos celebrarlo juntas porque está en la residencia le he escrito una carta para que se la impriman y se la lean. Ya lo celebraremos más adelante. Lo merece, es guapa en todos los sentidos».
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