Estábamos sentados en esta tronera de excepción viendo pasar los días, cuando encontramos la foto donde todo encaja -la luz, el cromatismo y los mensajes- en esta tarde de abril.
Entonces bajamos a ver el color de la arboleda y a escuchar el eco de los tambores. Entonces bajamos a medir los esfuerzos que se están haciendo para la renovación del patrimonio común.
Y viendo la foto, nos preguntábamos sin mirarnos:
¿Quién dibujó ese compacto universo de estrellas malva, ese apretado enjambre de florecillas de color rosa pálido?
¿Quién puso la policromía de oro vivo en las columnas del pórtico y pintó de verde brillante el jardín olvidado?
¿Quién trazó la perspectiva ideal de los bolinches de piedra y los aleros de los tejados?
¿Quién sembró de azul purísima los detalles del cielo?
¿Acaso falta algo en esta foto maestra?
Por ese pasillo de luz han pasado los fieles y los incrédulos; las imágenes y los símbolos de la Semana Santa; los que aportan su grano de arena y los espectadores pasivos que nunca hacen nada pero que critican hasta el paso del aire.
Por esas losas de piedra ha pasado y pasará la historia de este pueblo que quiere vivir mirando al futuro.
Pero la lectura que se puede hacer en esta foto es más grande que todas las palabras. A quien sea su autor le damos las gracias.
Le saludamos atentamente.
Desde la tronera