miércoles, 23 de septiembre de 2020

El caos

 

Aurora Lázaro


El caos

22/09/2020

Tengo la sensación  de estar metida en el tambor de una lavadora averiada que da vueltas y vueltas en uno y otro sentido, sin control y sin dejarme apenas sacar la cabeza y respirar, porque sólo se detiene unas milésimas de segundo. De estar en perenne estado de pesadilla, viviendo situaciones absurdas, descerebradas y surrealistas, propias de un mal guión de entretenimiento. Aparece un virus agresivo y desconocido en el planeta Tierra y nos pilla con el ego en la cima del Everest y un nivel de previsión unos cuantos miles de kilómetros por debajo de la corteza terrestre. Y pasamos de la incredulidad del confinamiento mundial de la raza humana a la euforia de recuperar una ‘nueva normalidad’ para finalmente darnos de bruces con la cruda y terca realidad: estamos de nuevo en el principio de la pesadilla.
La disciplina, responsabilidad  y solidaridad son palabras que nos encanta usar, pero desconocemos su significado y por supuesto no tenemos intención de ponerlas en práctica. Por desgracia las excepciones no son suficientes para cambiar la situación. La clase política que ostenta el poder a todos los niveles (nacional, regional, etc) se regodea precisamente en eso. No tiene talla ni le apetece gestionar, lleva décadas de privilegios que borregamente le hemos otorgado los ciudadanos y excesos y errores que no instamos a corregir o eliminar.
Entre ellos, el continuo abandono de la educación, la cultura, la ciencia y la sanidad.  Cosas sin importancia, vamos. Y aquí es donde ya la hemos acabado de liar. Porque con una humanidad sin cultura, educación, sentido crítico y capacidad de análisis, y un país sin científicos y con un sistema sanitario lleno de agujeros, es imposible, de verdad, creedlo de una vez, es imposible que podamos sacar la cabeza de la loca lavadora para respirar. Esto es lo que hay.  Solo caos.

1 comentario:

  1. Excelente reflexión con la que concuerdo plenamente. La falta de educación de la población es directamente proporcional a la aparición de los demagogos, politiquillos que sólo buscan el poder, y una vez en el poder se ocupan de que el nivel educativo siga siendo bajo o nulo. Nos venden humo y espectáculos bochornosos del "y tú más", amparados en dialécticas trasnochadas como "derecha-izquierda" o maniqueístas como "progre-facha", impropias ya del siglo XXI. La mediocridad se ha adueñado de la cosa pública. Los honrados y los que saben son apartados en favor de los "amiguetes". Por desgracia, los seguiremos votando, mientras los problemas que nos acucian, como esta pandemia y sus consecuencias sociales y económicas, ahí seguirán sin solución.

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